viernes, 31 de diciembre de 2010

Egipto, un exponente de actuación



Desde hace unos años, eran frecuentes las voces que llamaban a la generación nacida entre los setenta y los ochenta “la generación olvidada”. Hombres, mujeres y niños que no habían vivido guerras, que no luchaban por su libertad, que no guardaban ningún ideal. Poco a poco comenzaron a vivir sucesos de gran relevancia: la guerra del golfo, las guerras en oriente medio, el 11-S. Pero ninguna situación en la que poder formar parte como bien activo. Hasta ahora. 

Las revoluciones sociales del medio oriente han desorientado el rumbo político de los gobernantes europeos, incapaces de tomar decisiones ante el cambio del panorama mundial. Por ello, es necesario que la única organización internacional que representa los intereses de todos los países de nuestro planeta – ONU - de un paso adelante, tome partido y cargo en la situación. Algo que hasta el momento no ha querido hacer. Y algo que nosotros, como pueblo residente de los poderes públicos podemos cambiar. Incluso ayudaríamos al gobierno en sus desesperados intentos de  llamar nuestra atención a otros puntos calientes, muy alejados de la crisis económica. 



Haciendo un ejercicio de suposición, en el caso concreto de Egipto, la situación se vería – casi maravillosamente – encarrilada hacia la liberación de su pueblo. Mubarak que hasta ahora se ha mostrado imperturbable ante las revoluciones de su propio pueblo, pero vulnerable ante la presión estadounidense, caería con facilidad si la ONU fuera quien condenara sus decisiones y tomara partido inmediato frente a la intolerable posición caudillesca de Mubarak. Es hora de devolver al pueblo africano todo aquello que le robamos.


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