domingo, 1 de mayo de 2011

El criticón literario: Dublinesca

Dublinesca es el vigésimo primer libro de Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948). Escritor y ensayista, estudió Periodismo y Derecho gracias a lo cual trabajo en varias publicaciones como articulista. Comenzó su producción literaria con Mujeres en el espejo contemplando el paisaje (1973), aunque la fama no llegaría hasta Historia abreviada de la literatura portátil (1985). Cuenta con prestigio reconocido tanto a nivel nacional como en el extranjero y sus obras han sido traducidas a casi treinta idiomas. 

La trama de esta novela se desarrolla en torno a Samuel Riba, un editor retirado que apenas soporta la vida de jubilado y su recién adquirida condición de abstemio. Riba tiene dos obsesiones, encontrar al joven extraordinario que pueda catapultar a la fama y viajar a Dublín para celebrar un funeral por la galaxia Gutenberg impulsado por un sueño premonitorio. A través de ese ritual pretende recuperar algo del sentido que tenía su vida y que sólo logra evocar cuando piensa en Nueva York, una ciudad que aparece como el centro del mundo, el rincón donde habita la felicidad. Dublín es el paso intermedio para alcanzar esa existencia plena, y así, siguiendo los pasos del Ulises de James Joyce se dirige con un par de amigos a Irlanda para celebrar el Bloomsday (16 de junio) y el ocaso de la imprenta. En esa ceremonia por el fin del mundo que ha conocido encuentra su futuro.  

Barcelona y Dublín, además de la anhelada Nueva York, se convierten en el escenario de una reflexión por los momentos ya vividos y aquellos que aún no han acontecido. “El pasado, ya inalterable, el presente fugitivo, el futuro inexistente” (pág.188).


La historia está salpicada de alusiones a la literatura europea, sobre todo a novelistas irlandeses, algo que en ocasiones puede provocar que la trama se relegue a un segundo plano. El protagonista, de manera constante, recurre a citas de grandes autores como Brendam Behan o William Bulter Yeats. Sin duda hace especial hincapié en Joyce, al que señala como punto culminante de la era de la imprenta, y en Samuel Beckett, con el que comienza el declive de ese universo.


Tamara Criado Gómez

No hay comentarios:

Publicar un comentario