domingo, 1 de mayo de 2011

Todo el mundo odia a Chris



El género perdido. Como si de Indiana Jones se tratara, Chris Rock ha recuperado la sitcom negra de los ochenta y los noventa. Un género perdido, que tantos éxitos dio a Bill Cosby, Will Smith y a Steve Urkel. Un clásico que los propios guionistas no han querido retocar.
Y es que Todo el Mundo odia a Chris narra la infancia del productor y estrella de cine Chris Rock, ambientada en los años ochenta de un Brooklyn que comenzaba a fraguar su fama: rap y drogas, drogas y rap.



Chris (Tyler James Williams) es un chico normal, un poco nerd, que intenta sobrevivir a su familia, compañeros de institutos y matones de barrio. Demasiado listo para el instituto de Brooklyn, Chris es enviado a Corleone, un buen colegio para blancos. Allí conocerá a su mejor amigo Greg (Vincent Martella) un adolescente de orígenes italianos que se convierte en el único aliado de nuestro protagonista. Y también a su peor enemigo Joey (Travis T. Flory), que hará de los días de escuela un infierno para Chris.

Pero donde se desarrolla la mayor parte de la acción de la serie es en su hogar, formado por sus dos padres y dos hermanos. Su madre, Rochelle (Tichina Arnorld), es una persona maniática del orden y de la limpieza. No soporta que nadie le diga lo que tiene que hacer, de ahí que no dure más de un mes en cada trabajo. Por otra parte encontramos al padre, Julius (Terry Crews), hombre serio y honorable, que trabaja dos jornadas seguidas y está completamente obsesionado con el gasto. Por otro lado tenemos a los dos hermanos, Drew y Tonya (Tiguan Richards e Imana Hakim). El primero es el hermano pequeño de Chris, guapo y atlético, pero bastante flojo para los estudios. La segunda es la pequeña de la familia y la que siempre se sale con la suya.



Nos encontramos ante una serie muy recomendable para rememorar nuestra infancia, que nos hará trasladarnos a los ochenta y muchos, noventa y pocos. Tanto por estética – muy lograda – como por los diálogos.





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