domingo, 1 de mayo de 2011

La concepción mágica de Juan Tamariz -parte I-



Sólo conozco un camino para llegar a ser un verdadero ilusionista, el trabajo duro. El artista se hace a través de mucho esfuerzo, dedicación, estudio y pasión. Por eso nadie duda de Juan Tamariz como creador de Arte con su magia. Pero todo artista ha de tener además un profundo sentir de qué hace, porqué lo hace y cual es la mejor forma de hacerlo. Una parte de la profesión se adquiere con la práctica, estudiando técnicas, leyendo a los clásicos etc. Pero otra la interioriza el verdadero artista tras años de experiencia.  Es necesario conocerse  así mismo para poder expresar el mundo interior y comunicárselo a los espectadores por los canales propios que ofrece la magia.

Tamariz con Ascanio (izquierda)
 Tamariz, como artista completo, lo ha conseguido. Tiene una particular forma de entender el ilusionismo que se manifiesta en su trabajo, diferente de la de otros muchos grandes magos y que ha influido en sus contemporáneos y en las generaciones venideras.

La concepción mágica de Juan se fundamenta en torno a la teoría de las pistas falsas, desarrollada en su libro La  vía mágica (agotado desde hace años).



Gaetam Bloom y Pepe Carrol junto a Tamariz

Juan no trata de que su público crea que hace magia de verdad y que no hay técnicas secretas. Es consciente de que los espectadores no son (somos) tontos; pensamos, analizamos y tenemos muy presente que una carta elegida no puede aparecer mágicamente dentro del sobre cerrado que sujeta una espectadora. Por mucho que no sepamos, ni siquiera intuyamos cómo lo ha hecho, tenemos interiorizado que es imposible que la materia se “teletransporte” y por tanto sabemos a ciencia cierta que hay truco.

Pero Juan juega con esa dualidad trampa/milagro, truco/magia ya que entiende que aunque la técnica oculta se produce, el milagro mágico sucede, se ve. Es real que la carta firmada está dentro del sobre lacrado sin que el mago lo haya tocado. Hay truco sí, pero también milagro.

El artista se mueve por la delgada línea que separa lo racional de lo fantástico, en equilibrio más o menos perfecto logrando que el plano físico (materia, imposible que viaje de un sitio a otro por sí misma), se confunda con el plano emocional (milagro laico) en una misma dimensión. para lograr llevar al espectador a ese estado es necesario conducirlo por la vía mágica, concepto que desarrollaremos en la próxima entrada.

Jerónimo Gómez Escamilla.

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