viernes, 29 de abril de 2011

El criticón literario: El inventor de palabras

Estrenamos nueva sección: El criticón literario, una crítica más pormenorizada de la que aparece en la sección Yo he venido aquí a hablar de mi libro.  La diferencia fundamental es que se valorarán también algunos aspectos técnicos de la novela que toque.

LA SOLEDAD DEL INVENTOR














EL INVENTOR DE PALABRAS
GERARD DONOVAN 
Tusquets editores, Barcelona, 2010
240 págs. 17 €


El profesor Gerard Donovan (Wexford, Irlanda, 1959) escritor de poesía, se inició en la novela en 2004 con El telescopio de Schopenhauer, ganadora del premio Ferry Group Irish Fiction Award 2004 y finalista en España del premio Llibreter 2005.

Ahora Donovan nos presenta El inventor de palabras, en la que aborda los temas de la soledad, la amistad y la pérdida. Aunque en la literatura tenemos una gran cantidad de obras que versan sobre ello, no es tan común que el sentimiento de pérdida y dolor sea causado por un animal.  Así, el autor nos describe lo que le pasa por la cabeza a Julius Winsome, un solitario que habita en una cabaña aislada en mitad de un bosque cercano a la frontera con Québec, cuando matan a su perro Hobbes.

Para ello utiliza la primera persona, por medio de la cual, el protagonista discurre durante todo el relato sobre la cuestión fundamental de la obra, quién es el responsable de la muerte del animal y por qué.

Durante la historia, se entremezclan las acciones del personaje con los recuerdos de su pasado, como su antigua compañera Claire o su padre, un enamorado de la literatura.  De esta forma cobra importancia el título del libro ya que el protagonista, por medio de  su padre, aprendió las palabras inventadas que Shakespeare dejó escritas en sus obras de teatro y las va diciendo durante toda la novela.  En la edición española sin embargo, el  traductor optó por cambiar el léxico isabelino por otro inspirado, y a veces tomado directamente de miguel de Cervantes y de Gonzalo de Berceo.

El relato transcurre durante seis días que coinciden con la llegada del invierno; creando el autor un espacio agobiante gracias también al paisaje en el que se desarrollan los hechos. Esto es, en mitad de un bosque cerca de Fort Kent, una de las poblaciones más septentrionales de EEUU, cuya descripción hace imposible no pensar en las localizaciones de la galardonada película Fargo.

Con todo, el autor no logra mantener hasta el final de la obra ese amor intenso que Winsome profesa a su mascota y, pese al buen comienzo de la misma, no es capaz de terminarla con suficiencia, ya que la respuesta al desencadenante de ésta queda en el aire sin solución.

Jerónimo Gómez Escamilla.


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