El cine español se pone de tiros largos, la alfombra roja recibe el "paseillo" de las celebrities y el trabajo de todo un año se ve recompensado. Esto es lo que ocurre en cada edición de los premios Goya, pero este año era aún más especial pues la gala cumplía 25 años. El encargado de conducir el evento fue el sin par Andreu Buenafuente que consiguió dar una nota de humor a este tipo de actos que por su duración suelen resultar tediosos. Esta XXV edición se celebró en el Palacio Real de la Opera. En la Plaza de Oriente se instaló una carpa transparente previendo el tiempo lluvioso y una estatua de grandes proporciones con la figura del premio.
El ganador indiscutible de la noche fuePa negrela película dirigida por Agustí Villaronga, que se llevó nueve estatuillas entre ellas la de mejor película, mejor director, mejor guión adaptado, mejor actriz protagonista y mejores actores de reparto, entre otros. Alex de la Iglesia y su Balada triste de trompeta consiguió dos Goya mientras que También la lluvia de Iciar Bollaín se llevó tres. El discurso de rey fue la ganadora en la categoría de película extranjera.
Pero sin duda el gran protagonista de la noche fue Javier Bardem, quien consiguió el Goya a mejor actor por Biutiful. A parte de su nominación el tema de su reciente paternidad acaparó párrafos de las crónicas sociales que se publicaron, además de la dedicación de su premio a su hijo y su mujer, Penélope Cruz, que no pudo viajar desde Los Ángeles.
Y por último querría terminar destacando el magistral discurso de Álex de la Iglesia como presidente de la Academia de cine. El director se despide en su último año recordando el compromiso que unió a los cineastas hace 25 años para crear estos premiso, y que ese mismo espíritu debería seguir en nuestros días con un tema tan importante como es el de Internet. No digo más, solo escucharlo, de verdad merece la pena.
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