martes, 15 de marzo de 2011

La tumba de Alejandro Magno

Busto de Alejandro

Cientos de arqueólogos, aventureros, aficionados, charlatanes, fanáticos, visionarios y saqueadores han buscado la tumba de Alejandro Magno, cuyo paradero exacto es uno de los grandes misterios de la historia. Entre los que han rastreado infructuosamente el sepulcro se encuentran figuras como Schliemann, descubridor de Troya o Stelios Lomoustsos, camarero de un café alejandrino que buscó la tumba basándose en un espurio libro secreto que tenía en su poder. Algunos afirman haberla encontrado, como Ambrose Schilizzi, dragomán del consulado ruso de Alejandría y guía en sus ratos libres, que relató su descubrimiento tras una puerta carcomida en los subterráneos de la mezquita de Nabi Daniel de un cuerpo sentado en un trono dentro de una urna de cristal, con corona y rodeado de papiros.

Valerio Massimo Manfredi

Ahora Valerio Manfredi (Módena, 1943), autor de la trilogía histrórica Alexandros, acaba de publicar un apasionante ensayo sobre la búsqueda del sepulcro del rey macedonio: La tumba de Alejandro. El enigma. El libro plantea una hipótesis muy verosímil de donde está realmente el lugar de reposo de uno de los personajes más grandes de la Antigüedad. El lugar, porque el cuerpo ya advierte que es imposible. Manfredi recalca que seguramente fue destruido durante las revueltas cristianas en Alejandría, cuando se destruyó el Serapeo e Hipatia fue asesinada. Es muy probable que la momia del conquistador, como símbolo fuerte pagano que era, fuera profanada.




En cuanto al sepulcro el autor afirma que lo que quedan son los bloques de los que se conoce como Tumba de alabastro en el cementrio latino. Se trata de los restos de un edificio monumental de extraordinaria calidad, que fue hallado a finales del siglo pasado, y del que solo se conservan cuatro bloques monolíticos gigantescos de alabastro que conforman una cámara. Manfredi cree que se trata de una estructura central de una tumba macedonia que originariamente estaría cubierta por un túmulo de tierra. La tumba a la que se refiere sería muy similar a la del padre de Alejandro, Filipo II, en Vergina, descubierta por Manolis Andronikos en 1977 en la antigua necrópolis macedonia. Manfredi apoya su hipótesis en el relato de Lucano cuando narra la bajada de Cesar a una cámara subterránea y hace referencia a un monte artificial.  



Tamara Criado Gómez


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